#282 THE REFLECTED #0

Buenas buenas~ Hoy vengo con algo que llevo desde 2006 queriendo sacar de mi cabeza. Es algo que solía imaginar de niña, cuando jugaba, al punto que empecé a tener sueños recurrentes y todo, y derivó en una historia que me pareció muy mágica y que hasta cierto punto caló en mí misma de un modo u otro. Les dejo el prólogo, si quieren leer más o les interesa en serio, no duden en comentar para darme apoyo moral, y quizá lo haga algo más serializado, ¿qué les parece? 

El título provisional es The Reflected. Espero que les guste. Aún no tengo banner de portada. Aún.

Prólogo

La oscura nube podía verse desde muy lejos en el cielo nocturno gracias a los destellos rojos y naranjas del fuego que lo provocaba. En los pueblos más alejados, los aldeanos se preguntaban qué podría estar pasando en la Gran Capital. El Palacio debía estar en grave peligro si algo había sucedido en la muralla. Cuán equivocados estaban al pensar que el conflicto se sucedía fuera de la seguridad de los grandes muros…

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-Debemos hacerlo rápido si queremos que sobrevivan las dos… él no podrá hacerlo si no las encuentra…

Un hombre alto de mediana edad observaba a una mujercita bastante rechoncha. Ambos llevaban cada uno un fardo en los brazos. Dos bebés que dormían profundamente, apenas arrugando sus naricitas debido a la luz de las llamas filtrándose por una claraboya.

-Lo se, pero si no funciona es posible que… quiero decir… sus padres ahora están muertos y ese hombre no se detendrá ante esto.

Un ruido lejano los sobresaltó a ambos. Los gritos sacudían las ventanas y poco a poco el silencio que perseguía a la muerte se propagaba por las salas del Palacio. Ambos personajes se pegaron a la pared del pasadizo que estaban recorriendo, aferrando a las pequeñas como si fueran a romperse con la brisa. Se dieron la vuelta y empezaron a caminar lo más deprisa posible por el camino marcado, un hechizo sencillo que sólo personas de absoluta confianza podrían ver, como ellos.

-Espero estar en lo cierto, la profecía aún podría cumplirse, y acabaríamos con el mal que nos está devastando.

-Si no lo estás, habremos roto las leyes del Destino, y de todas formas pereceremos todos.

Ambos callaron, el silencio que surgió sólo era interrumpido por sus pasos veloces. Giraron un par de veces y dejaron atrás algunos pasajes. Las catacumbas se iban adentrando en el subsuelo, como un laberinto, y el fino hilo dorado que mostraba el camino en el suelo era lo único que iluminaba la mirada de ambos fugitivos.

Tras lo que parecieron varias horas caminando, el hilo empezó a atenuarse, hasta perderse dentro de unas enormes puertas de madera labrada. Ambos se detuvieron frente al umbral y se miraron detenidamente antes de posar cada uno una mano en los picaportes dorados. Era un lugar oscuro, sin luz alguna. El hombre sacó de su bolsillo un pequeño encendedor de plata, vislumbrando a duras penas un altar tallado en piedra en medio de todo. Era lo único allí, ni siquiera las paredes tenían adornos o tallados. Era una enorme cueva y nada más.

-¿Estás seguro de que es lo que hay que hacer? Son tan pequeñas, y ni siquiera han “aflorado”, podríamos simplemente ocultarlas en el reino y…

-Si no las sacamos de aquí, él las encontrará, y sólo la Diosa Zahira sabe lo que les haría. Cuando sea el momento, la bruja las traerá de vuelta, y todo se arreglará.

La mujer asintió y dejó su fardo sobre el altar. Visto de cerca, éste tenía hermosas talladuras engarzadas en piedras de cuarzo y amatista, y recovecos cubiertos de oro y plata por todo el borde exterior. El hombre hizo lo mismo. La habitación entonces se iluminó por lo que parecían ser dos piedrecitas fluorescentes en la pared del fondo, dándole a todo un tono azulado. Ambos adultos se dispusieron entonces a preparar el ritual.

Los cánticos parecieron durar segundos y a la vez horas. La magia se obraba según sus propias leyes y al ser iniciada no importaban ni el tiempo ni el espacio. Ocurría de forma totalmente paralela, como si ya estuviese predestinada a ser. La voces del hombre y la mujer se unieron en tal resonancia que reverberó por la cueva. Debían darse prisa si no querían ser hallados.

Finalmente se abrió un portal bajo las niñas. Ambas empezaron a desaparecer a través de él, de forma lenta, pero en ese momento una fuerte explosión hizo volar las puertas de aquél lugar sagrado.

-¿Creían acaso que podrían huir de mi?

Un hombre encapuchado se acercó a toda velocidad a los dos adultos, con las manos extendidas. La capa era roja, con bordados negros escritos en Lenguaoculta. A duras penas se podía ver su rostro, pero sus ojos brillaban con un potente fulgor verde, carcomido por el poder. La mujer fue lanzada por los aires con un simple movimiento de muñeca, y el hombre se derrumbó de inmediato en el suelo, con los ojos en blanco por el terror.

-No se las llevarán. Las necesito para cumplir mi destino.

El encapuchado se adelantó hasta donde estaban las criaturas, aún en proceso de irse a través del portal, pero cuando iba a tomarlas una onda enorme de energía lo lanzó hacia atrás con fuerza, haciéndolo estrellarse contra los restos de las puertas que había destrozado.

-No lo permitiré… ¡No te pertenecen! -La mujer se levantó con dificultades y empezó otro cántico para acelerar el portal. Él se levantó y la observó con intensa furia antes de extender de nuevo su mano, lanzando una bola de fuego directo hasta su pecho, fulminándola.

Las niñas estaban a punto de desaparecer para siempre en quién sabía que otras dimensiones. Era su última oportunidad. Se concentró cerrando los ojos y una de ellas apareció en sus brazos, emanando un sutil resplandor por debido a los restos del hechizo. Cuando quiso hacer lo mismo con la otra, ésta se había esfumado.

-¡NO!¡Maldición! -estuvo a punto de perder los estribos, pero el súbito llanto de la pequeña que aún seguía con él lo obligó a calmarse. La meció un poco para callarla y miró hacia el interior de la habitación, asegurándose de que no había más restos de vida- No… Aún hay una oportunidad. Sólo debo esperar a que afloren y todo irá bien. Mierda, debí dejar viva a la mujer…

Se dio la vuelta, suspirando con cansancio, y caminó de regreso a la entrada de las catacumbas. La cueva quedó sumida en la oscuridad, dejando en el olvido dos víctimas más, un portal a punto de extinguirse y una luz azulada.


2 comentarios:

  1. What...WHAT!? HOW DARE YOU!? QUIERO SABER QUE ES LO QUE SIGUE, NO COMPRENDO ABSOLUTAMENTE NADA!!
    Y si, todo lo dije gritando (?)

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  2. Deooss, mi cabeza va a explotar! se ve que esta historia tiene mucho potencial, te felicito lo poco que has escrito me ha gustado mucho :).

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